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El Febrero no tan normal de Valentín

calendario, tormiq, imprenta, barcelona, 2016

Valentín era un hombre normal, estatura normal, pelo normal y forma de vestir de lo más normal. Por sus dos metros quince, su pelo afro y sus pantalones a rayas rojas blancas y azules alguna vez le habían confundido con un jugador de los globertroters, hecho que le agradaba y que todavía le hacía sentirse más normal.

Valentín tenía una vida normal, vivía en una ciudad normal, tenía amigos normales y un oficio normal, trabajaba de ingeniero aeroespacial para una empresa no gubernamental con sede en un paraíso fiscal pero que desde la aparición de Internet le permitía trabajar en el barrio de Sarrià de Barcelona donde se ve que la cobertura para los satélites va fetén.

Valentín no tenía novia, había salido con chicas pero siempre por una cosa u otra la relación había terminado por algún hecho que a él le parecía normal. Francesca era alérgica al pan bimbo, Valentín pensó que nunca podrían tomarse un bikini juntos y eso le desanimó a seguir con la relación. Anastasia tenía una voz muy dulce, unos labios perfectos, una mirada penetrante y un pelo exquisito pero era incapaz de decir diez palabras seguidas sin incorporar la palabra acondroplasia entre ellas, a Valentín le pareció que eso podría llegar a la larga a malinterpretarse.

Era catorce de febrero, Valentín y su equipo de investigación estaban apunto de hacer historia sin saberlo. Joaquín, un compañero de trabajo al que le gustaba mucho el bádminton, llevaba rato intentando sintonizar la Eurosport con la antena parabólica gigante del trabajo. Finalmente consiguió sintonizarla no sin antes dejar sin canal plus a media Europa. Jugaba la selección femenina de Estados Unidos contra la de Brasil y quedaban 10 segundos para el final con empate a 22 cuando de repente apareció en pantalla lo que parecía un ser de otro planeta desayunando con un bol de cereales y un cartón de leche. A Valentín le pareció normal que fuera leche y no gasóleo como se había especulado que podía ser. La noticia corrió como la pólvora y en unos minutos ya tenían al teléfono al señor Nobel diciendo no se qué de un premio.

Esa tarde, al salir del trabajo él y Joaquín decidieron ir a cenar para celebrar que gracias a las imágenes del extraterrestre desayunando crispies les habían subido el sueldo y regalado un jamón de jabugo. Mientras esperaban a ser atendidos por un camarero, Joaquín sacó el tema de las chicas y empezó a contarle su dificultad para conocerlas, él era muy tímido y no tenía valor para romper el hielo, si miraba fijamente a los ojos de una dama y ésta le devolvía la mirada éste no soportaba la presión y se ponía a mirar al infinito (allí donde se encontrara en ese momento, cosas de astrofísicos) y a simular que pensaba en algo sumamente interesante, incluso se rascaba la barbilla para darle más dramatismo, pero nunca le funcionaba y la chica acababa marchando.

Valentín a demás de ser un hombre muy normal tenía un gran corazón así que decidió ayudar a su buen amigo, le pidió que le señalara una chica del restaurante que le pareciera atractiva. Acto seguido Valentín cogió su pata de jabugo bajo el brazo y se fue a hablar con la bella dama. Normal o no tan normal la chica se llamaba Valentina y era de un pueblo muy normal llamado Albacete, llevaba poco en la ciudad y no conocía todavía a mucha gente, la ciudad le parecía normal, la gente también y la comida más. La normalidad de sus palabras se fue convirtiendo en complicidad así que decidieron pedir el primer plato, luego el segundo y para los postres ya estaban cogidos de la mano y hablándose al oído con toda normalidad. Mientras tanto Joaquín, cansado de esperar a su amigo empezó a mirar al móvil y descubrió una app llamada Tinder, lo siguiente que recuerda Valentín es que vio a su amigo salir del restaurante cogido de un brazo de una chica rubia y del otro de un jamón de Jabugo.

El único perjudicado en esta historia fue Patxi, el extraterrestre, que vio como su intimidad fue privada de libertad y nunca más ha podido desayunar sin usar su bata de boatiné.

(por rumikel)

Il·lustració calendari: Maite Niño

calendario, tormiq, imprenta, barcelona, 2016

Calendario tormiq 2016